Aunque la reutilización es una práctica muy beneficiosa para la sostenibilidad de las baterías de los vehículos eléctricos, no todas las baterías se pueden reutilizar. ¿Entonces? Se puede enviar a una planta de reciclaje para extraer los metales y minerales, los cuales pueden usarse para fabricar baterías nuevas para vehículos eléctricos.
Esto del reciclaje suena muy bien: menos dependencia en la extracción de nuevos materiales, menos residuos, etc. Pero la realidad es muy distinta.
Dado que las baterías están herméticamente cerradas y soldadas, hay que abrir la carcasa de acero con mucho cuidado para poder mover las celdas, y este proceso puede ser muy peligroso, ya que cualquier daño que sufran las celdas puede desatar un incendio o provocar una explosión. Una vez que se abre la batería, es posible procesar las celdas para extraer los materiales. Esto puede realizarse de dos maneras: triturando y fundiendo los materiales, o disolviéndolos en ácido.
La primera opción es la más habitual porque resulta la más barata, pero, lamentablemente, se pierde una gran cantidad de material en el proceso y se utilizan combustibles fósiles. La segunda opción es más cara y se desperdicia menos material, pero consume mucha energía y genera gases tóxicos y aguas residuales.